Cuando el término “sin contacto” se asoció a ciertas aplicaciones, pretendía ser algo metafórico. En realidad, las prácticas no lo eran.
Las medidas de contención adquiridas con la pandemia de la Covid-19 nos han recordado que las metáforas a veces pueden estar arraigadas en la realidad. La falta de contacto se ha convertido en una realidad global que afecta tanto a la vida cotidiana como a las relaciones humanas, aplicándose a ámbitos tan variados como la compra, el trabajo, el aprendizaje, la cultura, el intercambio, la seducción...
Este Observatorio Consumo Europa 2021 de Cetelem muestra que los europeos están dispuestos a dar cabida a la vida sin contacto, aceptan su realidad y la consideran bastante accesible, sobre todo a nivel personal. También destacan tres grupos geográficos con prácticas y valoraciones diferentes.
Pero, sobre todo, apunta a una conveniencia que sólo puede afirmarse si combina tanto las facilidades de la vida como las relaciones humanas que la acompañan. Una dualidad que sólo se ha hecho más tangible en estos tiempos inciertos de pandemia. Los europeos nos dicen que la vida ideal sin contacto debe ser práctica y humana.
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