Conclusión estudio Consumo Europa 2023
Atrás quedaron los días en que el low cost estaba considerado como el patito feo del consumismo, ignorado con petulancia por las marcas y los minoristas establecidos, frecuentado principalmente por hogares con un presupuesto limitado. No solo ha logrado imponerse en muchos sectores, a veces hasta el punto de convertirse en la referencia, sino que también ha sabido adaptarse localmente para atraer a más clientes, de todas las clases sociales. Clientes que, por elección o por obligación, han optado por el low cost.
Evidentemente, la rana no se ha transformado completamente en el príncipe azul. La imagen del low cost aún puede evolucionar y su oferta puede mejorarse, como demuestran algunos minoristas que ya se han abierto a la distribución de productos de marca. ¿El low cost ha vivido ya su época dorada? Los europeos no parecen creerlo. Le atribuyen un cierto margen de evolución en varios sectores distintos del «triángulo de oro» compuesto por la alimentación, el sector textil y el transporte aéreo. Las crisis económicas le favorecen, aunque ha demostrado que puede prosperar en épocas de crecimiento.
Pero si hay un elemento crucial que revela este nuevo Observatorio del Consumo, es que el low cost no debe ignorar su ADN, que debe seguir haciendo de los precios bajos su principal, o incluso único, argumento. Que no debe, en definitiva, olvidar sus orígenes. Pero, ¿no es esa la naturaleza de cualquier actor del consumo?