Como cualquier bien de consumo, el coche depende mucho de la variable precio, el primer criterio que tienen en cuenta los futuros compradores.
Para empeorar las cosas, la inflación sigue siendo alta en la mayoría de los países, por encima del nivel aceptable establecido por los bancos centrales, lo cual contribuye a alterar la percepción económica de los conductores. Conducir un vehículo también parece ser cada vez más caro, incluso más que comprarlo. Después de la energía, es el mantenimiento el que se ve penalizado por la inflación.
Para los conductores europeos, no hay nada positivo que esperar en los próximos años en lo referente a los costes relacionados con el automóvil. Resulta paradójico encontrar el mantenimiento en lo más alto de este ranking, ya que nos proyectamos hacia un futuro eléctrico más o menos cercano de la automoción. Se espera que los vehículos de este tipo generen menos costes de mantenimiento. O bien los conductores no son plenamente conscientes de ello, o bien este futuro no parece tan cercano para ellos. En definitiva, está surgiendo cierta confusión sobre este tema.