Prólogo
Aunque el anterior Barómetro de Consumo Europa 2022 registró unas puntuaciones sobre la situación del país y la situación personal nunca vistas desde su creación, también presentaba vientos en contra, sobre todo un repunte inflacionista que empezaba a preocupar. Sin embargo, aún no se trataba de una crisis, a lo sumo de síntomas que podían revestir o no cierta gravedad.
Con el brusco regreso de la inflación (sin precedentes desde hace casi 40 años) espoleada por la guerra de Ucrania, los europeos deben aprender ahora a vivir con subidas de precios de dos dígitos. El precio de la energía se disparó mucho antes del 24 de febrero de 2022, el primer día de la guerra en Ucrania. Las complicaciones en el suministro de gas o electricidad han vuelto a introducir en el debate económico la palabra escasez, que había permanecido excluida durante mucho tiempo. Las consecuencias del calentamiento global, en particular las graves sequías e inundaciones, han socavado la producción de alimentos básicos. El crecimiento mundial ha caído del 6 % en 2021 al 3,2 % en 2022, y se espera un 2,7 % en 2023. Se trata del perfil de crecimiento más sombrío desde la crisis financiera mundial de 2008-2009 y el apogeo de la covid-19. La zona euro está cerca de la recesión, con una pequeña previsión de crecimiento de 0,3 puntos para 2023, frente al 3,1 de 2022 y el 5,2 de 2021. Se espera que el Reino Unido, y posiblemente Alemania, registren cifras de crecimiento negativas, símbolos de esta inminente recesión. En este contexto de múltiples crisis, era lógico que el Barómetro de Consumo Europa adquiriera colores más oscuros. Los resultados de este estudio lo confirman